América Latina y el eslabón faltante

En un informe publicado por el McKinsey Glogal Institute en el 2019, se afirmaba que América Latina era considerada la región emergente más importante del mundo, pero que estaba a punto de ser superada por otras regiones que fueron durante mucho tiempo más pobres. A partir de 1980, la región ha perdido terreno sobre todo por el bajo crecimiento y también la desigual distribución de las ganancias de ese crecimiento.

En general, el informe identificó dos vínculos o eslabones faltantes que obstaculizan el progreso regional: un grupo de pujantes empresas de tamaño mediano y una clase media sólida con poder adquisitivo creciente. Los dos aspectos están conectados porque expandir la base de empresas modernas y competitivas puede crear trabajos mejor remunerados y aumentar la demanda proveniente de la clase media es necesaria para las nuevas inversiones.

Doble reto: bajo crecimiento del PIB y distribución inequitativa del poco crecimiento:

La disrupción que genera la adopción de tecnologías digitales, ofrece una oportunidad para re-conectarse al círculo virtuoso del crecimiento económico, pero requiere reformas para ayudar a las empresas a competir y a los trabajadores a prepararse.

La tasa de crecimiento anual del producto interno bruto (PIB) en América Latina ha promediado 2.8% entre el 2000 y el 2016, lo cual ha sido inferior al 4.8% anual en otras 56 economías emergentes en el mismo período (sin incluir a China que duplicó esa tasa). Perú ha sido la excepción y la estrella de las economías latinoamericanas con un crecimiento anual promedio de 5.2%. Además de ser débil, el crecimiento ha sido volátil, fundamentalmente por estar vinculado a las fluctuaciones de precios de materias primas como el petróleo, minerales y productos agrícolas.

El mayor impulsor o factor de crecimiento del PIB en la región ha sido la expansión de la fuerza laboral, la cual ha resultado de un auge demográfico y la participación laboral de las mujeres. La fuerza laboral creció en 66 millones de trabajadores entre el 2000 y el 2016, lo cual representó el 72% del crecimiento del PIB en la región. La demografía ha cambiado y las tasas de natalidad han pasado de 4.2% en 1980 a tasas de reemplado en el 2015. América Latina deberá depender más del aumento de la productividad que de la expansión de la fuerza laboral como principal factor de crecimiento del PIB. En las otras regiones emergentes, sin incluir China, la expansión de la fuerza laboral sólo aportó en promedio el 37% del aumento del PIB.

Se han logrados progresos notables en la reducción de la pobreza, pero mucha gente, aunque oficialmente ya no es pobre, no logra alcanzar tampoco un estatus estable de clase media con capacidad de consumo más allá de los bienes y servicios básicos y con acceso al crédito formal, lo cual los deja expuestos a retroceder a niveles previos o superados.

Los pobres, segmentos vulnerables y buena parte de la clase media consume el 64% del total en la región, tendencia similar al Africa sub-sahariana, pero inferior al 70% observado en otras regiones emergentes.

El eslabón faltante de empresas medianas dinámicas reduce la competencia y la innovación.

El ecosistema empresarial de la región está polarizado. La región tiene algunas empresas poderosas, con alta productividad que se han expandido globalmente, también conocidas como ´´multilatinas´´, entre las que se encuentran AB InBev, América Móvil, Arcor, Bimbo, CEMEX, Embraer, FEMSA, Techint Group, entre otros. En comparación con otras empresas grandes en otras regiones, estas empresas latinoamericanas son menos en cantidad y menos diversificadas más allá de algunos sectores o industrias. Al mismo tiempo, América Latina tiene una gran cantidad de empresas pequeñas e informales las cuales absorben una gran masa de trabajadores, pero cuya baja productividad y bajo crecimiento frenan el crecimiento económico total.

Hace falta en la región un grupo de empresas medianas vibrantes que podrían traer dinamismo y presión competitiva para aumentar significativamente el número de empleos productivos y bien remunerados.

Las grandes empresas de la región enfrentan menos competencia local debido a la ausencia notable de competidores fuertes de tamaño mediano.

Investigaciones recientes han mostrado que las empresas grandes de la región han podido contar con más fuertes y estables aumentos de precios en sus productos y servicios que se observan desde los años ochenta. La protección comercial que es un legado de los viejos modelos de sustitución de importaciones también contribuye a un alto nivel de precios internos en ciertas industrias.

El modelo de sustitución de importaciones también se ve reflejado en las concesiones de unas cuantas licencias privadas o grandes empresas estatales en varios sectores.

Un acceso limitado al sector financiero, infraestructura limitada y altos costos de insumos también restringen el crecimiento del sector de empresas medianas. El resultado es un bajo nivel de innovación y especialización necesario para el crecimiento. La inversión en investigación y desarrollo en la región normalmente se sitúa por debajo del 1% del PIB.

Una gran parte de la fuerza laboral de la región se encuentra atrapada en un grupo grande de empresas pequeñas, improductivas e informales. Estas pequeñas empresas tienen baja productividad y emplean a una gran cantidad de personas de bajo perfil técnico y poca especialización. Normalmente, estas empresas operan en sectores como el comercio minorista, construcción y agricultura.

En el comercio minorista, en el caso de México, a modo de ejemplo, los pequeños comerciantes minoristas emplean a dos tercios (66%) de la fuerza laboral del sector, pero el valor agregado por trabajador representa una séptima parte del que se encuentra en comerciantes más grandes y eficientes.

El eslabón faltante de la clase media limita la demanda doméstica y la inversión.

El otro eslabón faltante es ese segmento de consumidores con tendencia al alza cuyo ingreso neto disponible incentiva la demanda y la inversión en una forma sostenible. Lo que se ha observado es que las personas que salen de niveles de pobreza permanecen vulnerables y no alcanzan un nivel cómodo y estable de clase media. Para este grupo vulnerable, el principal camino para una prosperidad sostenible proviene del acceso a empleos productivos y bien remunerados, los cuales han sido muy escasos.

El círculo vicioso de la escasez de empresas medianas formales y dinámicas que restringen la existencia de empleos formales y bien pagados necesarios para mejorar habilidades se completa con la escasez de una clase media con suficientes ingresos para impulsar una robusta demanda doméstica. Esta situación limita el crecimiento de mercados para empresas domésticas, las que proveen la mayoría de empleos en una economía moderna. También restringe la oferta de bienes y servicios más complejos y sofisticados, lo cual podría fortalecer la economía al incentivar las inversiones.

El consumo ha aumentado como resultado de una población creciente en vez de resultar de un consumo per cápita al alza. El poder adquisitivo de varios consumidores latinoamericanos es además limitado por los altos precios de muchos bienes de consumo, a los cuales contribuyen las barreras comerciales y el alto nivel de impuestos predominante.

La inclusión financiera es limitada, con un alto porcentaje de hogares sin acceso a productos bancarios (cuentas, tarjetas de débito y crédito). Los servicios digitales poco desarrollados también impactan. Sin embargo, hay buenas noticias como la empresa colombiana Rappi que provee a través de plataformas digitales entregas de alimentos y medicamentos y es una de los primeros unicornios de la región: una empresa con una valuación de al menos U$1 billón. La empresa argentina MercadoLibre también está creciendo en la región.

Las exportaciones podrían llenar ese déficit de consumo doméstico para las empresas latinoamericanas, siempre que se otorguen los incentivos y se identifiquen los mercados para que las empresas inviertan y amplíen su producción. Con la notable excepción de México, en todos los demás países las exportaciones pesan menos, 22% del PIB versus el 36% en paises de referencia. En México, a partir del NAFTA (acuerdo comercial de América del Norte), sus exportaciones pasaron en términos relativos del 25% en el 2000 a 38% en el 2017. Sin embargo, los beneficios de su crecimiento exportador no se ha derramado a la economía doméstica más ampliamente.

Las expectativas de demanda futura son la principal razón por la que las empresas invierten en capacidades de producción más grandes y mejores. Con acceso limitado a mercados de exportación y una lentamente creciente demanda doméstica, los niveles de inversión en la región han estado por debajo de los estándares globales. La región ha mantenido inversiones equivalente al 19% de su PIB, mientras que el promedio global es del 24% y la tasa de inversión en los países emergentes del este asiático es de 41%.

La relación entre la productividad y los salarios es importante para una región en desarrollo. En la industria automotriz en México se puede observar un ejemplo sorprendente de la divergencia entre el crecimiento de la productividad y los niveles salariales. La producción en el sector ha crecido a una tasa anual promedio del 7% desde el 2006, y después de duplicarse en una década, la productividad laboral se sitúa a la par de los mayores productores en el mundo. Sin embargo, durante este mismo período, el salario promedio de los trabajadores automotrices en México declinó. En comparación con Corea del Sur, su sector registró un aumento de 58% en sus niveles salariales durante el mismo período de 10 años de aumento de productividad.

Construyendo los eslabones faltantes y aprovechando la próxima ola de crecimiento.

Los gobiernos y líderes empresariales deberán adoptar una agenda de políticas pro-crecimiento que esta vez si se enfoque en los eslabones faltantes de reformas pasadas: fortalecimiento de Pymes y el aumento de la clase media.

América Latina tiene una nueva oportunidad de revitalizar el crecimiento inclusivo y nuevas herramientas para lograrlo: tecnologías digitales. Los emprendimientos digitales o virtuales se encuentran al alza, con nuevas plataformas o aplicaciones útiles para el comercio electrónico o servicios financieros extendiéndose por la región. Varias empresas digitales han logrados valuaciones de al menos U$1 billón.

Las tecnologías digitales facilitan la creación de empresas, el registro de propiedad y la declaración de impuestos, debiendo reducir en teoría el costo de la burocracia. El mundo digital puede crear mercados más eficientes en bienes raíces, trabajos y servicios locales. Los servicios digitales le pueden permitir a pequeñas y medianas empresas convertirse en ´´micro mutinacionales´´. capaces de competir con empresas mucho más grandes.

Tres prioridades serán necesarias para poner las bases de un crecimiento económico inclusivo:

  1. Crear un ecosistema empresarial competitivo en el que lo digital pueda desarrollarse, la innovación produce resultados y es recompensada y existen oportunidades para todos, especialmente las Pymes.
  2. La región debe crear prosperidad al permitir que los aumentos de productividad se traduzcan en mayores ingresos para los trabajadores a la vez que mejoran sus habilidades y también para que las empresas bien posicionadas puedan re-invertir en su gente, en tecnología y en sus comunidades.
  3. Los gobiernos pueden también usar plataformas digitales para mejorar la eficiencia de la administración pública y mejorar el suministro y costo de los servicios públicos.

Una respuesta a “América Latina y el eslabón faltante”

  1. Interesante artículo fundamentado con datos, me impresiona el caso de la industria automotriz en México, que, a pesar de haber tenido un crecimiento sostenido durante una década, el salario promedio de los trabajadores recorre un camino contrario, el decrecimiento, situación distinta a la que viven los trabajadores del mismo sector en Corea del Sur.

    Este no es un tema menor, según leí en un artículo del portal «The New York Times», se expone que a pesar que México se ha transformado en una potencia industrial en las últimas dos décadas, los salarios de los trabajadores se encuentran entre los más bajos de la región, de acuerdo con lo que señalan muchos expertos, una de las razones principales es el poco poder de decisión que han tenido los trabadores para elegir el sindicato que los representa, y en muchos casos estos sindicatos no se han dedicado de forma exclusiva a la promoción de los derechos del obrero, lo que ha dado como resultado la situación actual de esos empleados.

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